aparecía en su Instagram besándose con una chica, mientras publicaba un texto muy necesario en el que dejaba clara su opinión sobre una de las lacras de nuestra sociedad, la homofobia. No en vano, el otro día recuperaba el tema en su blog para hablar sobre la masacre de Orlando.
Adriana Abenia se está convirtiendo en una auténtica experta a la hora de manejar a su antojo las redes sociales. Hace pocoPero en lo que es una verdadera experta es en burlar la censura de Instagram, como hizo cuando compartió una imagen que ilustraba otra entrada de su blog, en este caso sobre culos.
Y semanas más tarde volvió a repetir la hazaña, compartiendo una imagen que sus seguidores han encontrado realmente picante, pero que cumple perfectamente con los requisitos de Instagram. En la fotografía, aparece desnuda y en la cama junto a su marido:
“Cuando crees que nadie te observa”
En esa ocasión fue Sergio Abad, su marido, el autor de la fotografía. Nos quedamos con el comentario de uno de sus seguidores: “Caloret, caloret y sin Rita Barberà… mejor con Adriana“.
Ahora, la ha liado parda con una fotografía gamberra de Adriana con el párroco que ofició la boda del presentador Álvaro de la Lama, que se casaba con Emilia Alfaro. Carmen Alcayde, Nacho Montes y Adriana Abenia fueron algunas de las celebrities televisivas que se pudieron ver en la celebración. La boda transcurrió con total normalidad, pero la imagen que ha decidido compartir en Instagram no habría hecho mucha gracia al arzobispado de Valencia.
Adriana Abenia cogió una berenjena a modo de micrófono y se hizo una fotografía con el párroco, que se apuntó a la fiesta tras oficiar la boda. Además, en el texto que acompañaba la imagen alabó su “modernidad“:
“Yo acabé la noche con el párroco. Curas modernos que se ríen de cualquier cosa. Así debería ser la Iglesia.”
Por lo que parece, la fotografía no ha sido muy bien recibida por parte del arzobispado de Valencia, que la ha considerado demasiado transgresora y que va acompañada de un mensaje que “podría dar lugar a equívocos“.
Viendo que la polémica no paraba de crecer, ella misma ha decidido ponerle fin con una publicación en su blog en el diario 20 minutos, donde lo deja todo bien clarito:
“Ya es mala suerte que el Padre Juan apareciera justo en el momento álgido en el que una descomunal berenjena me servía de micrófono para cantar a viva voz la canción de Dorian “A cualquier otra parte” (lugar al que habría querido dirigirse de saber lo que iba a ocurrir después) para pedirme, con mucho respeto, una foto tal y como había hecho hacía unos segundos con otros invitados, como Carmen Alcayde. Y, gustosa, accedí. Pero como el párroco me pareció el colmo de la modernidad y se había integrado tan bien en la fiesta, a mí me nació pedirle a él otra foto -que hizo mi marido-, sin apartar la colosal hortaliza de mis manos y así continuar con el karaoke después.
La foto me pareció muy simpática y decidí colgarla en mis redes sociales, acompañada de un texto en el que precisamente alababa y reivindicaba ese atisbo de modernidad que había descubierto en este cura que reía y opinaba como uno de nosotros: “Yo acabé la noche con el párroco. Curas modernos que se ríen de cualquier cosa. Así debería ser la Iglesia”. En qué hora, Señor.
No tardaron en pedirme que retirara la foto debido, al parecer, al enfado del Arzobispado de Valencia, ya que la estampa podía enviar un mensaje equivocado a los fieles. Y, sobrepasada por el giro de los acontecimientos, me negué a hacerlo porque significaba aceptar que me había equivocado al subir la “libidinosa” imagen que para mí era una muestra más de lo bien que lo estábamos pasando todos, sin pretender ofender a nadie y, por supuesto, sin ninguna maldad.
Para colmo, la anécdota se convirtió en noticia y ésta comenzó a multiplicarse como los panes y los peces. Y ahora tengo la sensación de haberme marcado un Pájaro Espino, por aquellos que ven en una foto cachonda una polémica instantánea.
Pero qué tiene de malo que una persona que dedica su vida a la Iglesia pase un rato agradable con la gente. Deberían normalizarse estas conductas que llevo observando demasiados años, porque os recuerdo que, por suerte o por desgracia, he ido a un colegio de curas hasta los 13 años y he vivido en uno de monjas cuando, con 15, me fui a vivir a Milán. Y que Dios me coja confesada, pero sigo sin dar crédito.
Pese a todo, y aunque no tenía ninguna obligación, me he puesto en contacto con el Arzobispado de Valencia para explicar, para tranquilidad del sacerdote, lo ocurrido. No deseo arder en el infierno, sólo bajo el sol de mis inminentes vacaciones.
Tal vez haya todavía en el cielo un hueco para mí y, si no, lo dicho, no me quedará otra que sobornar a San Pedro para que me haga una inmaculada copia de las llaves del cielo.”
Una cosa está clara… acabaron finos…
¿Qué os parece a vosotros? Contádnoslo en los comentarios.
Os dejamos con otra estampa veraniega: el escotazo de Blanca Suárez en esta portada, que ha provocado una guerra en las redes sociales.