Que el cuerpo humano ha evolucionado una barbaridad desde nuestros primeros antepasados hasta nuestros días, es algo que sabemos todos.
¿O no? En Estados Unidos, el 42% de la población piensa que los humanos fueron creados en su forma actual hace menos de 10.000 años. Un porcentaje que no ha variado mucho desde que Gallup empezó a encuestar a la gente en temas relacionados con la evolución en 1982.
Hay muchas líneas de evidencia procedente de los fósiles, la anatomía comparativa y la genética que cuentan otra historia. Pero si no tienes tiempo de leer todas las investigaciones en este ámbito, puedes ver muchos vestigios de nuestros antepasados en nuestro propio cuerpo: los terceros molares que ya no caben en nuestras bocas, por ejemplo.
Aquí tenéis más ejemplos:
Palmaris longus:
El palmaris longus es un tendón que se encuentra en la muñeca, entre dos músculos flexores. Para saber si lo tenemos hay que juntar el pulgar y el meñique de una mano y mirar la parte interior de la muñeca. Si debajo de la piel se tensa, ¡enhorabuena!, es usted menos evolucionado.
Piel de gallina:
Una herencia de cuando éramos más peludos. Cuando hace frío, el músculo que hay en la base de cada pelo se contrae, lo que hace que este se erize. Debajo de estos bultos los animales almacenan aire, que les aísla del frío, pero a nosotros ahora no nos sirve ya que nuestro pelo es demasiado débil.
Aquí tenéis un vídeo explicativo:
El nombre del vídeo lo dice todo: “tienes la sonrisa de tu madre, los ojos de tu padre, y los músculos auditivos de un mamífero del Triásico“.