Cuando las circustancias nos agobian podemos entrar en ese estado de negación del que es difícil salir, aunque a los ojos de los demás estemos siendo infantiles… el sonido del despertador cada mañana, el momento en el que ya toca salir de una placentera ducha calentita, el último bocado de algo muy sabroso… o cuando nos obligan a abandonar el parque e irnos a nuestras aburridas casas.
Este perro, haciéndose el muerto para no tener que irse a casa, somos todos nosotros cuando nos negamos a cumplir con nuestros deberes…
Atención a su comodidad:
“¿Pero qué se cree este humano?“, debe estar pensando:
“¿Cómo osa interrumpir un momento tan importante?”:
Pero al final la realidad, en este caso volver a casa, nos supera:
Por suerte para el dueño de este perro, su mascota se dejó convencer después de un poco de juego…