Nunca está de más recordar que el amor no es para siempre, por mucho que se empeñen las comedias románticas de Hollywood… pero un tatuaje sí lo es.
“Éste es el mejor ejemplo de que nunca hay que tatuarse el rostro de una persona. Las parejas y las opiniones cambian, la tinta no“, ha dicho un comentarista de la Internet. Otro ha comentado que “Tengo un amigo que se tatuó en el pecho el nombre de su mujer. Cuando se divorciaron, él pidió que le hicieran el dibujo de un cerdo alrededor“.
Los protagonistas de nuestra historia viven en California, Estados Unidos. Allí, un hombre se tatuó el rostro del que creía que era el amor de su vida en uno de sus brazos. Pero el amor se acabó, y los papeles del divorcio llegaron. Al joven sólo le quedaban dos opciones: borrar el tatuaje de su ex mujer con láser, o darle otro “enfoque” más en sintonía con sus actuales sentimientos. Y pensó que esta última opción sería más… catártica.
Según recoge la versión digital del Daily Mail, el joven acudió a una tienda de tatuajes y modificó el rostro de su ya ex pareja para incluir cuernos y colmillos, convirtiéndola en un auténtico demonio.
A mí personalmente me gusta más esta segunda versión.