La luz de la cocina no para de parpadear, y tu mujer te ha dicho que cambies el foco antes de que se funda. Después de mucho insistir, una tarde de invierno en la que estás solo en casa y no tienes nada mejor que hacer, por fin te decides a cambiarlo. Te subes a la escalera, retiras el foco y…
¿Qué es eso que se ve en el fondo del agujero?
Parece que algo se esconde dentro de esta especie de bolsa… ¿Pero qué?
Venga, ábrelo, seguro que no es nada… no tengas miedo, no seas cobarde…
¡Maldita sea, no tenía que haber tocado nada, qué demonios hay aquí!
Ahora es el momento en el que empiezas a correr gritando como una niña.
Felicidades, tenías un nido de araña reclusa en el hueco del foco de la cocina.
Esto le sucedió a un vecino de Wisconsin hace un par de semanas. Y es que, a veces, el miedo que puedes sentir en tu cocina supera a cualquier película de terror.