El único caso en el que estaba permitido usar algún producto era un spray probiótico que mantenía vivas las bacterias buenas, y el uso de agua fría cada tres días.
El resultado fue el previsible respecto al olor. Provost aseguraba que después del primer día sin desodorante ya podía sentir su olor corporal, y que no era muy agradable.
Y la situación no mejoró… cómo va a mejorar si se lavaban menos que un hurón. Sus compañeros de trabajo se quejaron por el olor de las jóvenes, aunque también dijeron que estaban mejor sin maquillaje.
El pelo de las mujeres también fue muy comentado. Con la grasa que acumulaba después de 30 días podrían haber comido una familia de osos durante un año. O más.
Uno de los mejores comentarios de familiares y amigos fue el del marido de Jill Provost, que comparó el olor que ese mes le regalaba su esposa con haber estado casado con una muerta.
Pero, a pesar de todos los inconvenientes, las mujeres consiguieron probar lo que buscaban. Los primeros días parecían deteriorarse, pero a partir del día 21 todo cambió. El acné de Jessica mejoró notablemente y la psoriasis de Jill también; y ambas comenzaron a sentirse limpias.
Y como no tenían que maquillarse ni ducharse, fueron las primeras en llegar a la oficina cada mañana.
¿Qué opináis vosotros? ¿Haríais algo parecido si pudiera ser beneficioso para vuestra salud? Contádnoslo en los comentarios.