Por mucho que nos esforcemos en empatizar o entender ciertas actitudes, lo cierto es que hay gente que, sencillamente, no se lo merece. Son muchas las personas que opinan, medio en serio medio en broma, que debería haber un carnet de padre. Y conociendo casos como este, podríamos darles la razón.
El caso de Brittany y Justin Alston, una pareja estadounidense de 21 años, es de los que pone los pelos de punta. Un buen día, estos dos indeseables —y nos quedamos muy cortos con el adjetivo— decidieron dejar morir a su hijo recién nacido.
Afortunadamente para el bebé, no fue así.
En un momento dado, esta pareja decidió celebrar una fiesta en su casa, en la que hubo mucho alcohol, drogas y gente de todo tipo.
Afortunadamente, no todos los invitados compartían el estilo de vida de la pareja. Cuando uno de ellos fue al baño, escuchó unos llantos débiles “como de un cachorro herido“, procedentes de una de las habitaciones. Al abrir, se encontró con una imagen realmente dantesca: un bebé flotando en un charco de vómito, orina y excrementos.
El pequeño parecía encontrarse desnutrido y al borde de la muerte. Lo cierto es que incluso en el día de hoy nadie sabe cuánto tiempo llevaba en ese estado.
Rápidamente, este joven llamó a la policía, que detuvo a la pareja y se llevó al bebé inmediatamente al hospital, donde los médicos lograron salvarle la vida. Según se ha contado, parece que para la madre del niño “era más importante cambiarle el aceite al coche que cambiarle los pañales“.
Pero Riley, que así se llama el pequeño, hoy está a la espera de ser adoptado por una pareja que lo quiera, y, lo que es mejor, completamente recuperado.
¿Qué os parece a vosotros? Contádnoslo en los comentarios.
Para amor, el de este padre que salvó la vida de su hija con esta asombrosa técnica que acababa de aprender.