Todos conocemos historias en las que alguien –generalmente un amigo de un amigo– se levanta una mañana sin recordar nada… y con algún tatuaje donde antes no había nada. El protagonista de estas historias seguramente le echa la culpa a los chupitos de tequila de la noche anterior, ¿cómo si no le parecería tan buena idea decorar su cuerpo con algún extravagante dibujo? ¿O tan mala a la mañana siguiente?
Pero a veces la culpa no es de ese mal consejero que es el alcohol… a veces el problema simplemente es que vamos a hacernos un tatuaje infumable, y nadie a nuestro alrededor nos lo impide. Un consejo: si vais a haceros un tatuaje, consultadlo antes con la almohada… y con esos amigos capaces de decirnos la verdad a la cara. No os vaya pasar como al protagonista de la última historia viral.
Juzgad vosotros mismos:
¿Qué os parece a vosotros? Contádnoslo en los comentarios.
Jugandosela con una tatuadora a domicilio: un bonito homenaje que no sabe apreciar.