Hay que decirlo más: los zoológicos, circos y delfinarios, entre otros, son cárceles de animales camufladas como parques de diversión para los humanos.
Hay que decirlo más: los zoológicos, circos y delfinarios, entre otros, son cárceles de animales camufladas como parques de diversión para los humanos.Y es que en muchas ocasiones solo vemos la parte “agradable” de estos lugares, pero si nos paramos a pensar es probable que lleguemos a la conclusión de que sus “huéspedes” son animales que han sido sacados de su hábitat natural y privados de su libertad. Por no hablar de los casos en los que son obligados a realizar estúpidos números circenses para deleite del público.
Os vamos a contar la historia de la osa Fifi, pero es el realidad similar a la de muchos otros animales. Ella fue llevada hace 30 años, cuando solo era una pequeña cachorra, a un zoo de Pennsylvania.
Fue obligada durante aproximadamente 10 años a representar ridículos espectáculos para entretener a los visitantes… hasta que hace 20 años el zoológico cerró sus puertas. ¿Qué creéis que ocurrió con Fifi? Pues simplemente fue encerrada en una jaula a la espera de un destino mejor… Como nadie se hizo responsable de ella, llevaba más de 20 años en ella.
El verano pasado, gracias a PETA y a Wild Animal Sanctuary, Fifi fue rescatada y puesta en libertad dentro de la reserva natural de las Montañas Rocosas, en Colorado.
Solo 5 meses después de haber sido liberada, Fifi ha cambiado de manera espectacular. Ha podido descubrir por primera vez en su vida lo que es hibernar o correr por el bosque. Solamente con verla ya podemos comprobar que tiene un aspecto mucho más saludable y que está mucho más feliz.
Digamos no a esta barbarie. Un oso, un lobo o un tigre han nacido para estar en libertad, no para vivir entre rejas. ¡Compartid este vídeo si estáis de acuerdo!